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Niño de la espina

El niño se sienta en un banquito, recoge un pie con sus dos manos, lo apoya sobre su rodilla y con dos deditos en forma de pinza comienza a hurgar en su planta, reconcentrado. Arranca con deleite ...

El niño se sienta en un banquito, recoge un pie con sus dos manos, lo apoya sobre su rodilla y con dos deditos en forma de pinza comienza a hurgar en su planta, reconcentrado. Arranca con deleite esa capa de piel vieja, a la que llama pielcita, quemada por el calor de la arena y el mucho andar descalzo del verano. Me regala, entonces, un momento con el Niño de la espina, Spinario o Fedele, una estatua de bronce helenística, datada alrededor del siglo I a. C., que vi en los Museos Capitolinos de Roma mucho antes de que él naciera. Mi niño de la espina.

Cuando publico la foto en redes, me escribe la pintora Paula Cecchi: ella también ha visto a su hijo como el Spinario y lo ha pintado. “Muy seguido la veo en mis hijos y varias veces lo dibujé. Se ve que no importan las épocas, los niños son esencialmente iguales”, cuenta. Sus pinturas son esencialmente hermosas.

A veces veo que se recrean delante de mí obras de la historia del arte que me gustan mucho. O yo misma adopto poses. Salgo de bañarme y me miro en el espejo: me digo Ninfa sorprendida, Maja, el Despertar de la criada. Retozo de espaldas, cruzo una pierna sobre otra, dejo caer mi melena... y me siento por un momento el Reposo de Schiaffino.

A veces, en la ceremonia posterior al baño, cepillo el pelo largo de mis hijas mayores y me digo: La toilette, querido Toulouse Lautrec. Cuando eran chiquitas y todavía me dejaban que las llevara a danzas, me sumergía en mis propios Degas. Otras veces, de caos y descontrol, confieso que he invocado por un instante al cruel Goya de Saturno devorando a su hijo. Nadie que no haya vivido un berrinche descomunal puede objetarlo.

Para una fiesta de disfraces mi niña mayor se vistió y peinó como la icónica Frida. Le pedí un retrato y la pose que adoptó es la de la foto de Nickolas Muray, un poco de perfil, un brazo sostiene al otro, la expresión sombría. No le di indicaciones. Esa pose estaba ya en ella porque en esos días andaba leyendo biografías de heroínas. Las obras de arte modelan nuestra visión y nos llevan a buscar las mismas imágenes una y otra vez. Recuerdo el día en que me llegó la foto de un hombre viajero, que había alcanzado un glaciar en la cima de una montaña: no era otro para mí que El caminante sobre el mar de nubes, del romántico alemán Caspar Friedrich. Una pena que no llevara chaqueta negra y un bastón para completar mi capricho visual.

Algo así le pasó a la artista Sandra Scally cuando conoció el Perito Moreno: “Cuando el arte te atraviesa, tu mirada del mundo no es la misma nunca más”. Se va formando en nuestra cabeza un atlas warburgiano de imágenes recurrentes que tendemos a querer volver a ver. Abby Warburg, cuando construyó los suyos, acuñó dos conceptos: nachleben (“pervivencia”) y pathosformeln (“fórmula del páthos”) para señalar aquellos gestos del pasado que aún viven en el presente de las imágenes; y las emociones o pasiones que pueden rastrearse en obras de distintos tiempos. Pienso que encontrar que el mundo tiene la forma que conocemos y esperamos es tranquilizador y placentero. Y si su aspecto es el de las bellas artes, podemos felicitarnos porque estamos en el lugar correcto.

La poesía también nos formatea los sentidos, y cuántas veces no hemos terminado o comenzado conversaciones con frases como “me gusta cuando callas porque estás como ausente” gracias a Neruda. O cuando nos reprochan una tostada quemada y la disculpa viene en forma de Alfonsina: “Tú me quieres nívea,/ tú me quieres blanca,/ tú me quieres alba”.

Juego con mi amado en el río Paraná... De pronto floto, extiendo las palmas hacia arriba, abro un poco los labios y dejo los ojos fijos. ¿Quién soy? Ofelia, me dice entre risas. Claro, con perdón de Millais, me faltan las flores y el vestido. Cuando lo veo a él trabajar en su obra, es para mí la suma de todos los artistas que he admirado. ¡Qué es el arte! ¿Y tú me lo preguntas? Con el permiso de Gustavo Adolfo: Arte... eres tú.

Fuente: https://www.lanacion.com.ar/cultura/nino-de-la-espina-nid20022023/

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