Alejandra “La Locomotora” Oliveras, una de las grandes leyendas del boxeo femenino argentino, falleció este lunes a los 46 años. Su vida estuvo marcada por la superación, el esfuerzo y el coraje, dentro y fuera del ring.

Según informó el director del Hospital Escuela de la ciudad de Santa Fe, Dr. Bruno Moroni, Oliveras murió a raíz de “un shock seguido de un tromboembolismo pulmonar masivo”. La deportista había estado internada durante dos semanas, luego de haber sufrido un accidente cerebrovascular (ACV) isquémico.

Nacida en El Carmen, Jujuy, Alejandra forjó su destino a golpes, pero no sólo en el cuadrilátero: se crió en un entorno de profundas carencias, y su vida fue una pelea constante contra la adversidad. Debutó como profesional en 1999 y su nombre se ganó el respeto del mundo deportivo al consagrarse campeona mundial en cinco ocasiones, en cuatro categorías distintas: pluma, superpluma, ligero y superligero.

Dueña de un estilo frontal, de una potencia arrolladora y una energía incansable, su apodo de “Locomotora” sintetizó su forma de vivir. Pero su impacto trascendió el boxeo: su historia personal, contada con crudeza y honestidad, la convirtió en una referente de lucha y esperanza para muchas mujeres y jóvenes en situación de vulnerabilidad.

En los últimos años, recorrió el país brindando charlas motivacionales, compartiendo su experiencia y su lema de vida: “Con fe, esfuerzo y coraje, todo se puede lograr”.

La noticia de su muerte causó un profundo dolor en el ambiente del deporte argentino y entre quienes seguían de cerca su historia de vida. Hoy el boxeo despide a una campeona, y la Argentina pierde a una luchadora incansable, que dejó una huella imborrable de valentía y perseverancia.