Es así que el 1 de marzo de 1820 se declaró la autonomía de La Rioja, tras la caída de las autoridades nacionales del Directorio. En diciembre de 2019 la Legislatura Provincial sancionó con fuerza de ley el feriado provincial.

La Casa Central, sucursales y agencias de Banco Rioja no brindarán atención presencial al público, al igual que las oficinas de MasterCard BR, aunque se podrá operar con los canales digitales.

En cuanto a la Empresa EDELAR S.A. se adhiere al feriado provincial, por tal motivo las oficinas comerciales y cajas de cobro permanecerán cerradas al público.

Por su parte, las áreas del Municipio Capital permanecerán cerradas y sin atención al público.

En relación al servicio urbano de Rioja Bus funcionará con frecuencias de día sábado. Mientras que las líneas rurales funcionan de manera normal y en Chilecito las líneas funcionarán con frecuencias de día sábado, pero las líneas Guanchín y Colonias de Malligasta estarán sin servicio.

La historia de riojanidad

En el año 1815, el gobernador de la provincia de Córdoba, coronel José Javier Díaz, dirigió un movimiento que determinó la separación de la provincia de la tutela de Buenos Aires. La Rioja imitó ese ejemplo, y al poco tiempo el teniente gobernador, apoyado por el pueblo, dio por terminada su dependencia del gobierno cordobés. Esto duró poco, porque al año siguiente una revolución en la provincia hizo intervenir al Congreso y este decidió que La Rioja debía volver a depender de Córdoba.

El año 1820 comenzó con la caída de las autoridades nacionales: el Director y el Congreso, que aspiraban a desconocer las autonomías de las provincias. Se inició entonces un movimiento general por el cual cada provincia decidió nombrar sus propias autoridades y separarse de las demás. El 1 de marzo de 1820 una asamblea de los personajes más influyentes declaró la Autonomía de La Rioja y fundo La Casa de la Moneda: Reconocida la autonomía, el gobernador Ortiz de Ocampo tuvo que afrontar una muy difícil situación económica por la falta de recursos manufacturados, agravada por su alejamiento de la ruta comercial.

La más inmediata solución fue echar mano a los minerales de Famatina y acuñar monedas de plata, metal de mayor existencia en las vetas superficiales. Para ello se creó la Casa de la Moneda, que se instaló en el convento de los jesuitas, actual Colegio Nacional, donde se mantuvo hasta 1860.

Los primeros batidos se hicieron con el modelo español en 1821 y 1822; en el reverso está grabada la palabra Rioxa. La compañía Famatina fue organizada después de 1823, contando entre los principales accionistas a Juan Facundo Quiroga. A partir de ese momento se utilizó el sistema de la asamblea de 1813, con el Sol y el Escudo. Las monedas de oro (onza) y de plata (reales) se siguieron acuñando después de la Organización Nacional, en los años 1854, 1859, 1860, teniendo circulación en las provincias limítrofes, especialmente en Cuyo y también en Chile.