
¿Adiós al calvario de los cajeros? El dinero digital gana terreno y llega hasta a las verdulerías y carnicerías
En los últimos cinco años, el ...
En los últimos cinco años, el ecosistema de pagos de los consumos de bienes y servicios se modificó radicalmente en la Argentina. Gradualmente, los códigos QR comenzaron a aparecer en kioscos y verdulerías de barrio, los cheques de papel le van dejando su lugar a los digitales, y hasta se lanzaron las primeras tarjetas cripto, para poder comprar con monedas digitales en cualquier comercio.
Incluso en un país con altos niveles de economía informal, como el nuestro, los pagos digitales pisan fuerte y ganan terreno. Y los jugadores del mercado se unieron con un objetivo en común: transformar la manera en que utilizan el dinero los argentinos.
Hoy, uno de cada cuatro pagos a través de transferencias se inicia con código QR, según datos del Banco Central (BCRA). Durante la primera quincena de enero, el promedio diario de pagos con transferencias interoperables con QR fue de 253.056, mientras que un año atrás había, en promedio, 46.828 operaciones por día. El uso del código se multiplicó por cinco en solo 12 meses.
“Incentivar la utilización masiva de esos medios de pago ayuda a obstaculizar el crimen organizado, el narcotráfico y el lavado de dinero, así como a formalizar la economía, lo que permite cargas tributarias más parejas y moderadas”, consideraron fuentes de la institución que ejerce la autoridad monetaria, donde se atribuyen parte del mérito, debido a la implementación de diversas medidas regulatorias. Entre ellas, en el Banco Central mencionan la puesta en marcha de Transferencias 3.0, para que todos los QR sean interoperables; la garantía de que las transferencias sean inmediatas, sin importar el día ni la hora, y la elaboración de nuevos requisitos técnicos para mitigar fraudes.
Desde la creación de la Cámara Argentina Fintech, en 2017, las billeteras digitales no pararon de florecer. Hay 330 compañías en el sector y, en conjunto, emplean más de 27.000 profesionales de forma directa. De esas empresas, 132 pertenecen al vertical de pagos digitales, de las cuales 50 se crearon en el último año (hoy hay 60% más en comparación con 2021). Y ya hay más de 29,4 millones de cuentas con Clave Virtual Uniforme (CVU), frente a las 117,7 millones que tienen Clave Bancaria Uniforme (CBU). En 2019 había apenas 1,2 millones de clientes con claves virtuales.
“La digitalización del dinero se consolida como una de las revoluciones económicas y sociales más importantes de las últimas décadas. Con un acceso inclusivo y tasas de adopción que se aceleran, el intercambio de dinero, las relaciones comerciales y la proyección financiera viven cada vez más en los dispositivos móviles. Desde 2018, el código QR creció a un ritmo nunca visto para cualquier medio electrónico de pago en la historia del país y se expandió en millones de comercios de todas las provincias; inicialmente en comercios de segmentos más humildes, y ahora, entre pequeñas y medianas empresas de todo el país”, dijo Alejandro Melhem, vicepresidente de Mercado Pago. En números, más de 5 millones de usuarios utilizan la billetera digital para pagar mensualmente con QR y más de 1,5 millones de comercios cobraron alguna vez con este medio.
Hacía años que la Argentina venía preparándose para la digitalización de los pagos. Pero solo con la llegada de la pandemia de Covid-19 empezó a darse una adopción masiva de la modalidad, según analizó en diálogo con LA NACION Ignacio E. Carballo, director Ecosistema Fintech de la Universidad Católica Argentina (UCA) y head of Alternative Finance en Americas Market Intelligence (AMI, USA). Así como hubo una digitalización en muchos aspectos de la vida, como las relaciones sociales y el trabajo, también se transformó la vida financiera de la población.
En épocas de confinamiento, muchas compras se volvieron online, los consumidores evitaban el efectivo para prevenir los contagios y las ayudas sociales del Estado fueron llegando a través de las cuentas bancarias.
Sin embargo, para Carballo, si el país se destacó frente a otras economías de la región fue porque desde 2016 se había gestado un proceso para eficientizar el sector financiero. Se creó el alias de identificación de las cuentas bancarias para que enviar el CBU fuera más sencillo, las fintech se nuclearon en una cámara que las representa, y bancos y billeteras digitales llevaron a cabo grande inversiones. “¿Quiere decir que toda la Argentina pasó a ser digital? La respuesta es no, para nada. Empezaron a convivir las distintas modalidades. En el mundo el efectivo sigue siendo el rey, por detrás de las tarjetas”, agregó.
Al observar cuál es el medio de pago preferido por los consumidores, el 34% se inclina por las tarjetas de débito, según los resultados de una encuesta hecha por la procesadora de pagos Fiserv en el Área Metropolitana de Buenos Aires (AMBA) y el interior del país durante noviembre de 2022, de la que participaron 1000 personas. En el último año, las billeteras virtuales ganaron adeptos (22% dice preferirlas) y le ganaron al efectivo (14%). Les siguieron las tarjetas de crédito (12%), el QR (11%), las transferencias bancarias (8%) y las tarjetas prepagas (1%).
“Los últimos años fueron de enorme transformación en la industria de los medios de pago. No solo porque creció el número de fintechs en la Argentina, sino también porque los bancos han digitalizado toda su oferta de productos. La línea que existe entre ‘fintechs’ y ‘bancos’ es cada vez más delgada. Los pagos con apps bancarias están creciendo al 50% trimestral y esperamos que ese ritmo se mantenga o se acelere en los próximos años. En la guerra contra el efectivo, la digitalización está permitiendo dar batalla y hoy en la Argentina el 70% de las personas ya paga usando aplicaciones. Si bien muchos comercios prefieren efectivo, los usuarios optan por la digitalización porque los pagos con apps les otorgan mayor seguridad y control”, destacó Rafael Soto, CEO de MODO, la billetera digital de los bancos.
Entonces, ¿podría desaparecer el efectivo en los próximos diez años? Al menos seis de cada diez personas creen que sí, respuesta que compartieron tanto consumidores como comerciantes, de acuerdo al ya mencionado informe de Fiserv.
En la actualidad, los comercios en los que más se paga con billetes son en las verdulerías y las carnicerías (el 46% de las operaciones se cancela en efectivo), restaurantes (34%), supermercados (34%) y cine y teatro (34%). Para que las transacciones sean 100% digitales, de acá a una década debería desterrarse una de las frases más populares de la Argentina: “Hay descuento en efectivo”.
El efectivo seguirá siendo el reyDurante diciembre de 2022 se extrajeron $2.100.000 millones de billetes, de cajeros automáticos y de diferentes ventanillas, según estimaciones hechas por la Asociación de Bancos Argentinos (Adeba). Representan 2100 millones de billetes de $1000 en tan solo un mes, que juntos pesan 2100 toneladas. Lo equivalente a llenar dos piletas olímpicas.
Es difícil medir la informalidad en la Argentina. Pero todos los especialistas coinciden en algo: es de un nivel muy alto. Según estimaciones del Americas Market Intelligence realizadas en agosto del año pasado, al menos el 43% de las transacciones se realiza en efectivo, un índice que se encuentra más arriba del de países como Perú (35%), Colombia (32%) y México (26%). Desde Mercado Pago mencionaron que el 80% de las operaciones todavía se hace con billetes. Y el último dato oficial del Indec, de 2020, ubicó ese indicador en el 69%.
“Es interesante, porque digitalización y formalidad no es exactamente lo mismo. Puede haber alternativas menos visibles para el fisco, como las criptomonedas, aunque es más difícil de llevar a cabo. Pero en la Argentina nunca va a funcionar una política de digitalización si el objetivo es recaudar más, porque hoy el principal problema es ese: los impuestos y las dramáticas retenciones de IVA e Ingresos Brutos que se les cobra a los comerciantes. Primero se tiene que ir hacia un sistema tributario más racional”, consideró el economista Lucas Llach, exvicepresidente del Banco Central y del Banco Nación, y una de las figuras que impulsó el avance fintech en la Argentina.
En el mismo sentido, Javier Bolzico, presidente de Abeba, mencionó que hay al menos otros tres motivos que explican el intensivo uso del dinero en efectivo, además de la informalidad. El primero es que las transacciones bancarias se encarecen por el impuesto a los créditos y débitos (0,6% por depósito y 0,6% por retiro). El segundo, que los bancos son, sin opción, agentes de retención y percepción de Ingresos Brutos, IVA y otros tributos, lo que genera la sensación de que al cliente le llega menos dinero. Y el tercero es que los bancos se ven obligados a absorber los gastos operativos de los depósitos y retiros que realizan las personas y empresas, sin importar los montos.
“Entonces, los impuestos hacen parecer artificialmente caro al dinero digital. Mientras que el Banco Central hace que parezca gratis el dinero físico. No buscamos que el efectivo desaparezca, pero queremos que no sea lo dominante, algo racional. El dinero digital tiene muchas virtudes en términos de seguridad ciudadana, de inclusión financiera, de impacto ambiental, de formalización de la economía e, incluso, es menos costoso. El año pasado, el Banco Central gastó US$160 millones en emisión de billetes. Es como si en la Argentina le pusiéramos un impuesto a los autos eléctricos y subsidiáramos a los de combustión, cuando debería ser al revés”, completó Bolzico.
Para el economista Camilo Tiscornia, director de C&T Asesores Económicos, el fin del efectivo es hoy una utopía para la Argentina. La informalidad está muy presente en la vida cotidiana. En parte, por el trabajo en negro. Al tercer trimestre de 2022 había 5,2 millones de empleados no registrados, según datos surgidos de la Encuesta Permanente de Hogares del Indec. Otro motivo es que se ahorra por fuera del sistema. Con cepo cambiario y la imposibilidad de comprar dólares en los bancos, se empuja a la población hacia el mercado del dólar blue. Las cifras oficiales dicen que hay US$251.490 millones fuera del sistema o, como suele decirse, guardados debajo del colchón.
“Hay un stock de dinero muy importante fuera del sistema y no creo que en el corto plazo eso se sincere. El último gran blanqueo lo llevó adelante la administración de Mauricio Macri y hoy muchos se arrepienten de haber ingresado. Porque el país es impredecible, a quienes intentaron confiar no les fue bien y eso no se reconstruye de un día para el otro. La informalidad es enorme, es cultural y requiere de muchos años de estabilidad. Los medios digitales tienen mucho para avanzar. Pero la economía en negro, la que requiere efectivo, va a estar siempre”, cerró.